*Una linda historia de rescate que nos da esperanzas de que el mundo puede ser mejor.
Carolina Ahumada
Con cansancio y desgano enciendo esa noche mi PC ,reviso sin mucho interés mi Facebook. De pronto mi mirada se paraliza, queda estática detenida en la fotografía de un paisaje conocido para mí.
A un par de cuadras de mi casa, en el Puente Loreto que cruza el Rió Mapocho en Santiago, la imagen de un perro amarrado a las rejas que separan río de ciudad, en una triste y desesperada actitud, me suspende, me detiene.
El sufrimiento del animal traspasaba la fría pantalla y me llegaba al corazón mismo. Leo entonces un enorme hilo de conversación en torno a la fotografía donde se discutía cómo ayudar al can. Miro mi bicicleta, un pañuelo que viajó desde París a mis manos, veo comida de perro, veo el agua correr de una llave a lo lejos, no lo pienso dos veces, tomo mi bici, prendo las luces, me acomodó mi casco alemán, acomodó los objetos recién recorridos por mi vista y parto en busca del perro. Eran las 19 :00 hrs y pienso, “ Sólo iré a ver cómo está y dejarle comida”, enciendo mi Ipod y mientras pedaleó sonrío y vuelvo a pensar, “para que te mientes, esta noche va a ser muy larga”.
Llego al lugar, dejó mi bicicleta a una distancia donde el perro no la pueda ver ni los ladrones robar, y me siento en el suelo tranquila y sin moverme a metros de un perro Dálmata que no paraba de ladrarme ni de mostrar sus blancos colmillos, veo que ya no estaba amarrado a la verja, mas algo invisible lo inmovilizaba al lugar como si un imán lo estuviera jalando a la tierra. Le hablo, me presento, le cuento que soy una rescatista y que lo vengo a ayudar. Sigue ladrando. Con toda calma me aproximo un poco más a él , le sigo hablando, le canto , me acercó más y más. De pronto su ladrido se detiene me mira, sigue ladrando, vuelve a callar. Me acerco un poco más y callo, me mira se acerca olfatea mis manos, baja la cabeza, me vuelve a mirar en silencio, pero ya no con ojos de terror, sino con ojos de súplica. Lo acaricio, lo abrazo y hasta me permite besar su aterciopelada cabecita.
Luego de ese instante dorado, en un dos por tres me levanto y pienso en qué hacer, no había ninguna certeza de ayuda concreta, ni hogar temporal, ni transporte ni dinero ni nada, sólo frases desesperadas alojadas en las redes sociales. Me llaman por teléfono, escribo desde mi móvil a mi Facebook y cuento la situación. Entonces comienzan a crecer los comentarios, a cada minuto alguien más se agregaba al hilo todos buscando ayudar al perrito del Mapocho.
Pienso en una mega campaña y llamo a mi amigo fotógrafo profesional y también rescatista, quien acude al instante al lugar con su lente solidario que no hace más que poner más nervioso al perro quien se atraviesa en plena Avenida Santa María. Pero con la experiencia de años como rescatista, Mario logra que el perro se devuelva al lado de la reja, a ese pequeño yermo de tierra que separa al río de la calle, donde tantas horas el perro estuvo inmovilizado ladrando sin detener nunca su voz a cada auto que indiferentes pasaban frente a él.
Me vuelvo a acercar, pero esta vez con el parisino pañuelo en la mano y mientras acaricio su cabeza en un segundo lo ato a su cuello y comienza una batalla de mujer contra fiera, donde desde el suelo ambos tirábamos de un lado y otro, uno para huir la otra para detener el escape .
Pero la frágil seda no iba resistir los fuertes tirones del can, hasta que Mario saca un resistente arné y me lo lanza, continuando en el suelo nuestra lucha, la mía por capturarlo la de él por escapar, yo sólo me veía arrastrada por el perro sosteniendo el pañuelo que lo ataba y con invisibles ojos a mis espaldas de transeúntes que observaban la curiosa escena.
Hasta que lo consigo, le ato el arné lo abrazo fuerte a mi pecho y el detiene su escape. A esas alturas Mario ya había conseguido un lugar donde dejarlo por la noche, y por las redes sociales sucedía el milagro: había hogar temporal, había un posible y casi definitivo adoptante, había transporte.
Son casi las 2:00 de la madrugada y partíamos a Macul con un perro que no era ni la sombra del perro que encontré, era otro animal, manso, inteligente, cariñoso, tranquilo…
Al rato un ansiosa mamá temporal abre las puertas de su hogar para acoger al Dálmata, humeante comida y esponjosa cama le había preparado, entonces por primera vez desde las 7 de la tarde, el perro come .La última imagen que vi antes de subir al auto, es la silueta perfecta de dos seres, una mujer en cuclillas y el beso de un animal en su rostro…
Epílogo:
Hoy nuestro perrito lleva por nombre Río y sigue necesitando que los continuemos salvando, este rescate aún no termina. Río necesita de la bondad de nosotros para cooperar en su alimentación, con atención veterinaria y con definir definitivamente cuál afortunada familia lo adoptará. ( aún cuando ya una persona se ha contactado para ello)
¿Cómo ayudar?
- Con alimento para perro ojalá con transporte hacia la comuna de Macul
- Con atención veterinaria
- O con ayuda en dinero para pagar ambas necesidades ( todo se irá informando)
Contacto:
Verónica Vale Tagle es su amorosa mama temporal, su fono es 8 689 4540
Mi mail, carolinahumada@gmail.com. por si alguien quiere más información de cómo ayudar.
Grupo de ayuda en Facebook: " Ayuda en Pellet para Río rescatado del Mapocho"
Las gracias:
Verónica Tagle, su hogar temporal
Carolina Castro, el transporte
Mario López Vieyra
Carolina Ahumada
Carolina Castro, el transporte
Mario López Vieyra
Carolina Ahumada
No hay comentarios:
Publicar un comentario