lunes, 17 de septiembre de 2012

Reflexiones de la vida: La fe y las personas


*Nuestro colaborador, Horacio Flores Serrano, nos cuenta una experiencia de vida que al final de cuentas lo llevo a reflexionar sobre la fe y la idea de creernos capaz de hacer las cosas. 


1935 y mi edad 13 años. A esa edad nosotros aún creíamos que los juguetes de pascua llegaban en trineos tirados por venados. Los de hoy me asombran apabullan y avergüenzan con su destrezas digitales, informáticas y Windows media.

Llegó la electricidad al barrio, postes de madera, tendidos de cables y conexión al interior de las casas con un tablero mural, dos tapones enroscados y dos luces instaladas. En la nuestra una en el pasadizo y otra en el comedor. Un electricista vecino, Hernán, fue contratado para colocar dos luces más y yo me le pegué como estampilla le pasaba las herramientas y sujetaba los tubos que adhería a los muros y él  contestaba con sencillez todas mis preguntas. Quedó en casa material para una quinta luz que él vendría a instalar en un par de semanas más adelante. En las noches antes de releer a Sandokán y su Reina del Mar o a Kazán Perro Lobo instalaba imaginariamente la quinta luz, cuatro o cinco noches de instalación imaginaria luego, como impelido por una fuerza ajena a mí estuve en el entretecho ajustando, también imaginativamente, la forma de instalar la luz y pasé de la planificación a la acción.

Adelantaba un poco cada tarde hasta que llegó el momento de conectar a la red activa.  Primer paso: Retirar los tapones, subí a una silla los retiré y veo en el muro un poquito más abajo del borde del tablero unas cabezas de pernos y deduzco: esos pernos no tienen corriente, vienen del interior de la casa y los tapones los retiré. Apunté ambos índices para tocarlos y un fortísimo aleteo detrás de mi me hizo, muy asustado, volverme sin efectuar la comprobación que tan tontamente iba a realizar. Detrás de mí no había nadie ni nada  y por alguna fuerza extraña el susto se convirtió en pánico. Temblando coloqué los tapones y no concluí la conexión. Sólo al día siguiente tuve el valor  ir al lado posterior del muro para ver la entrada de los cables y correspondían a los pernos que no toqué, los que salían para el entretecho y quedaban privados de corriente al retirar los tapones lo hacían a mayor altura.

Comprendo que este relato lleve a dudas: Mentira, imaginación novelesca, lo soñó. Cumplí noventa años sabiendo que antes del nacimiento y después de la muerte existen misterios que nos está vedado conocer. Aparte de esto mi vida ha transcurrido como nos ocurre a los seres humanos, muchos errores y algunos aciertos, estuvo siempre satisfecha la imperiosa necesidad de creer, no podía tener dudas, hay otra vida.  Me impulsó a entregar el presente relato la lectura de las sorprendentes cartas de Sor Teresa de Calcuta y su sufrimiento por las constantes dudas que la asaltaban.

La lectura de mi instalación de la quinta luz puede resultar incomprensible o falsa. El barrio aludido era el sector Carrascal y Augusto Matte de la comuna Quinta Normal. Los tubos que contenían los cables se fijaban a las murallas de adobe, cada tubo se unía al siguiente mediante una copla y cada punta salía o terminaba en un círculo de   madera
llamado roseta a la que estaba adherido el interruptor o las salidas y llegadas de derivaciones. Estas instalaciones carecían del contacto a tierra y solamente  cables positivo y negativo, tampoco contaban con enchufes murales.


Cuando pedí a Hernán que realizara la conexión y le conté mi increíble experiencia fue a mirar el tablero, pidió a mi madre –No deje que este chiquillo intruso se acerque al tablero.- Tomó su bicicleta  voló a la Compañía de Electricidad y un par de horas después eran revisadas todas las casas y corregido el error que un equipo instalador estaba cometiendo.

Con el transcurrir de los años y los diversos análisis he concluido en que la fe es una íntima relación entre cada persona y sus creencias y que estas pueden ser definitivas o modificables pero siempre personales. Las religiones universales o muy extendidas tienen poco o nada que decir en la fe personal, son una dualidad compuesta por una loable Congregación para y por la fe y una Empresa religiosa manejando dineros y motivada, como corresponde a las empresas, a ganar y no perder capitales.  El fortísimo aleteo a mis espaldas me obsequió la fe negada a Teresa de Calcuta y a tantos millones de personas.  ¡Hay otra vida!



No hay comentarios: