*Con una población que envejece cada día más, se calcula que para el año 2020 habrán en Chile tres millones de adultos mayores de acuerdo al Ine, enfrentamos como sociedad un desafío gigante: darle una calidad de vida adecuada a ese grupo etario que cada día crece más. Por Luis Felipe Caneo.
La vida es una colina que día a día se debe ir conquistando hasta llegar a la cima, instancia donde se comienza el descenso: etapa de la existencia humana en la cual las energías y el cuerpo ya no son las mismas, el paso de los años se siente. Es la llamada tercera edad, grupo etario que en el caso de Chile ha ido creciendo en forma sostenida, calculándose que para el año 2020 habrá tres millones de individuos de 60 años y más en el país. Un desafío para la sociedad en su conjunto, dado que para lograr éxito en el es necesario un compromiso tanto de nosotros, de los ciudadanos, como también de las autoridades.
Pese a la realidad que estamos enfrentando, no se ha tomado real conciencia de ella. Basta salir a la vía pública y darse cuenta de lo anteriormente reseñado: los bordes de las veredas en las esquinas están demasiado altos, dificultando el paso del abuelito, o simplemente se encuentran en mal estado provocando caídas a estas personas; veredas en mal estado o pocos iluminadas etc. En el plano económico, vemos como los abuelitos reciben pensiones bajas que no les permite satisfacer todas sus necesidades básicas, especialmente el ítem salud, para tener una calidad de vida digna, pensiones que, producto de las variaciones del Índice de Precios al Consumidor, van perdiendo su valor monetario. En el ámbito familiar, siempre no es así, se dejan a su suerte a los miembros de la tercera edad o no se considera que a su edad el ritmo de vida sea más lento: lo cual se traduce en que las diversas acciones del día a día las hacen más lento, situación que no siempre es entendida por los otros miembros de la familia.
En ese sentido, queremos dejarlos con un hermoso texto que le pide al lector mayor comprensión hacia los adultos mayores. Su autora es Lilly, integrante del exitoso grupo literario “Chochas por la Literatura”.
Me da pena
Me da pena hijo cuando me dices: “Esa historia me la se de memoria, me la has contado miles de veces”. No piensas hijo que cuando yo no esté nadie te contará estas historias, créeme, nadie.
Me da pena cuando me dices: -¡Dejaste la llave corriendo! ¿Es que no la puedes cerrar? ,me gritas enojado. Me da pena porque ya no tengo fuerzas en mis manos, antes eran firmes, para llenarte de cariños, enseñarte a comer, levantarte cuando te caías.
Me da pena cuando me gritas porque no te escucho, es que mis oídos no son los de antes cuando te escuchaba de lejos si sentías un dolor.
Me da pena cuando me dice ¡Apaga la luz ¡,otra vez la dejaste encendida! Perdona hijo, se me olvida que ahora eres un hombre, ya no eres el pequeñito indefenso que me decía -No, no apagues la luz que tengo miedo.
Me da pena cuando salgo a comprar y preguntas: ¿Por qué te demoraste tanto? Es que mis pasos son lentos.
Perdóname hijo pero le contaría a quien quisiera escucharme lo hermoso y bueno que eres. Apretaría fuerte y correría rápido si algo te ocurriera, escucharía si algo te sucediera, apagaría la luz solo cuando te viera tranquilo dormido porque, ¡hijo mío! Te sentiría con los reflejos de mi alma.
La vida es una colina que día a día se debe ir conquistando hasta llegar a la cima, instancia donde se comienza el descenso: etapa de la existencia humana en la cual las energías y el cuerpo ya no son las mismas, el paso de los años se siente. Es la llamada tercera edad, grupo etario que en el caso de Chile ha ido creciendo en forma sostenida, calculándose que para el año 2020 habrá tres millones de individuos de 60 años y más en el país. Un desafío para la sociedad en su conjunto, dado que para lograr éxito en el es necesario un compromiso tanto de nosotros, de los ciudadanos, como también de las autoridades.
Pese a la realidad que estamos enfrentando, no se ha tomado real conciencia de ella. Basta salir a la vía pública y darse cuenta de lo anteriormente reseñado: los bordes de las veredas en las esquinas están demasiado altos, dificultando el paso del abuelito, o simplemente se encuentran en mal estado provocando caídas a estas personas; veredas en mal estado o pocos iluminadas etc. En el plano económico, vemos como los abuelitos reciben pensiones bajas que no les permite satisfacer todas sus necesidades básicas, especialmente el ítem salud, para tener una calidad de vida digna, pensiones que, producto de las variaciones del Índice de Precios al Consumidor, van perdiendo su valor monetario. En el ámbito familiar, siempre no es así, se dejan a su suerte a los miembros de la tercera edad o no se considera que a su edad el ritmo de vida sea más lento: lo cual se traduce en que las diversas acciones del día a día las hacen más lento, situación que no siempre es entendida por los otros miembros de la familia.
En ese sentido, queremos dejarlos con un hermoso texto que le pide al lector mayor comprensión hacia los adultos mayores. Su autora es Lilly, integrante del exitoso grupo literario “Chochas por la Literatura”.
Me da pena
Me da pena hijo cuando me dices: “Esa historia me la se de memoria, me la has contado miles de veces”. No piensas hijo que cuando yo no esté nadie te contará estas historias, créeme, nadie.
Me da pena cuando me dices: -¡Dejaste la llave corriendo! ¿Es que no la puedes cerrar? ,me gritas enojado. Me da pena porque ya no tengo fuerzas en mis manos, antes eran firmes, para llenarte de cariños, enseñarte a comer, levantarte cuando te caías.
Me da pena cuando me gritas porque no te escucho, es que mis oídos no son los de antes cuando te escuchaba de lejos si sentías un dolor.
Me da pena cuando me dice ¡Apaga la luz ¡,otra vez la dejaste encendida! Perdona hijo, se me olvida que ahora eres un hombre, ya no eres el pequeñito indefenso que me decía -No, no apagues la luz que tengo miedo.
Me da pena cuando salgo a comprar y preguntas: ¿Por qué te demoraste tanto? Es que mis pasos son lentos.
Perdóname hijo pero le contaría a quien quisiera escucharme lo hermoso y bueno que eres. Apretaría fuerte y correría rápido si algo te ocurriera, escucharía si algo te sucediera, apagaría la luz solo cuando te viera tranquilo dormido porque, ¡hijo mío! Te sentiría con los reflejos de mi alma.
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