*Desde vivir en altura hasta desconfiar de la conducta de otros pares afectan a un grupo de personas que vivieron el terremoto y maremoto de 2010.Por amaule.cl
A un año del terremoto 8.8, los recuerdos y efectos de este sismo no han desaparecido de la población, especialmente en las zonas más golpeadas como Bío Bío y El Maule. Deben convivir con máquinas en las calles, edificios colapsados, falta de servicios y el fantasma de una catástrofe que se niega a esfumar y que, por el contrario, se hace presente con réplicas.
Más allá de los hechos, el 27F produjo modificaciones en la conducta personal y colectiva de millones de chilenos, que en vísperas de la primera conmemoración, salen a flote.
Macarena Norambuena, psicóloga de la Universidad Andrés Bello, explica que los cambios tras el sismo dependen mucho de cómo se vivó la experiencia, si hubo pérdidas, por ejemplo. Sin embargo, a nivel general, todos volvimos a conectarnos con el hecho de vivir en país sísmico y, por ende, la vulnerabilidad se hizo más presente este año. “Entendimos que no tiene que ver con religiones, pensamientos políticos, clase social; sino que los fenómenos de la naturaleza nos afectan a todos por igual, en mayor o menor medida”.
Según la experta, todo depende si el evento fue muy traumático, unido a la personalidad del afectado. Nunca es sólo el sismo el que ocasiona un trauma, sino cómo esa personalidad vivenció aquello. Puede ser que alguien nunca más quiera vivir en edificios por que pasó el terremoto en altura, y que gente que perdió familiares y casa en el maremoto vuelva a vivir frente al mar.
El fantasma del miedo
Los principales miedos que se ven expuestas las personas tienen que ver con sentirse frágiles, vulnerables, incluso temor a los propios humanos (al recordar los saqueos, como el caso de Concepción) y a perder el control sobre las cosas.
La psicóloga precisa que no se puede hablar de “normalidad” o no, en el tiempo que se mantienen estos miedos. Si alguien aún lo pasa mal y su cotidianeidad se ve interrumpida debería consultar por ayuda, para sobrellevar mejor futuros episodios que puedan ocurrir y así poder vivir más tranquilo.
Respecto a un eventual nuevo suceso sísmico que repita la conducta del saqueo, asegura que no se puede predecir, pues todo dependerá de si es de noche o de día, cuál es la magnitud del evento, qué cosas digan los medios para calmar a la gente, etc.
“Mientras la gente se sienta más vulnerable tratará mediante todos los medios de suplir las necesidades básicas y en estos casos se pierde el juicio personal y se comienza a actuar en masas”.
Si cada persona está más preparada para afrontar nuevamente un episodio como el de 27 de febrero pasado, se podría pensar que la vulnerabilidad no debería ser tan alta, por ende, la desesperación menor
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