*A partir de los años 50 y comienzos de la década de los 60 el concepto de la maternidad va cambiando, una transformación en la cual poco a poco se observa una política más sistemática de parte del Estado.
Horacio Flores Serrano
Generalizar? Imposible. ¿Separar en estamentos? ¿Cuáles,
cómo?
Una miradita a la ligera ya nos muestra madres con acendrado
sentimiento maternal y otras con dudas y repararos por pérdida de independencia,
asunción de tareas rutinarias, obligación de tomar decisiones relacionadas con
un ser vivo auto reconociendo estar carentes de preparación. Las políticas
vivenciales, instructivas, educativas, sanitarias con las adecuaciones y
modificaciones que exige el crecimiento del hijo son claramente producto de la
personalidad y formación de cada madre conjuntamente con su espíritu de entrega
a dicha misión.
Durante los años en
cuestión y en el medio que nos correspondió vivir el uso de las vacunas era aceptado
y respetado sin reservas, las instrucciones de lavarse los dientes y las manos,
nos parece, más impartidas, de cumplimientos
más vigilados y acatados que en la actualidad. Se estimulaba la actividad
física y los sitios eriazos se convertían en canchas donde las “pichangas”, fútbol con pelota de trapo, sólo se suspendían
con tiempo lluvioso.
El enfrentamiento a
las enfermedades infantiles era, mirando el presente, valeroso y eficaz, no se
repletaban los Servicios de Urgencia con bronquitis obstructivas: Pecho y
espalda frotados con mentolato o alcanfor, envolturas de papel de diario
calentado con plancha y protegido con un envoltorio de género, fiebre rectal
superior a 39º un supositorio febrífugo indicado en la farmacia; patito,
mamadera o vaso, según edad, con agua tibia saborizada con azúcar, apio o anís
para continuar con infusiones de flores pectorales. Mantención en cama hasta la
desaparición de los síntomas, a veces con el uso de alguna aspirina infantil,
las había con nombres comerciales como cafiaspirina, geniol, mejoral y otras.
La alimentación obligada era caldo de gallina por tres días y a falta de ella,
caldo de pollo. Lógicamente, si el cuadro no daba señales de mejorar en 24
horas se recurría al Servicio Médico.
Las gripes y los resfríos
comunes recibían tratamientos parecidos y los otros disturbios infantiles eran
digestivos, logrados por los peques comiendo frutas verdes, dañadas o sucias y
que exigían un régimen alimenticio inicial de 24 a 48 horas de arroz cocido
con canela, ligeramente azucarado y el
suministro de infusiones de manzanilla, matico, paico y una larga lista
herbolaria con preferencias según experiencias personales.
La moderna ciencia
puesta al servicio de la economía de consumo desaprueba y ridiculiza estos procedimientos
y aprovecha la propiedad de los medios de comunicación para que toda atención de la salud se realice, -para
quienes pueden asumir los costos,- industria farmacéutica y empresa médica por medio. Los demás en Policlínicos y
Hospitales Públicos serán atendidos cuando haya cupo y recibirán el medicamento
de muy bajo precio que no siempre está disponible.
Los beneficiados
por las envolturas de papel calentado, friegas, caldos e infusiones se hicieron
fuertes y trabajaron participando en la creación de la actual especie humana
esclava de la tarjeta de crédito.
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