*¿Es posible abrir un debate público sobre la libertad? Fue la pregunta que realizó al público el historiador Alfredo Jocelyn-Holt, que efectuó una interesante ponencia para debatir sobre la celebración de este Bicentenario.Por elrancahuaso.cl
Alfredo Jocelyn-Holt: “En el contexto del Bicentenario lo que me llama profundamente la atención es que ni los medios de comunicación, ni el gobierno han querido abrir el debate sobre nuestro sistema político, la autonomía territorial mapuche y el cambio de Constitución.. Por eso se aviva la cueca, la farra, la discusión, estéril, sobre la cantidad de calorías que tiene una empanada y no el debate de fondo sobre nuestra nación”.
Se sintió cómodo en el liceo, ante una asamblea de más de 100 asistentes, entre los que se encontraban profesores, alumnos de pedagogía, y estudiantes secundarios. Fue presentado por el Director del Liceo María Luisa Bombal, Mauricio Aguerreverre, y por Edison Ortiz.
El historiador comenzó señalando que “muy pocas cosas duran en el país, como este liceo. Hay que rescatar la memoria que no es lo mismo que la historia. Aprovechando este espacio, el de un liceo centenario, es que hay que hacerle preguntas a la memoria, ya que allí surge la historia”. El historiador, manifestó luego que es por tal motivo “hay que hacerle preguntas al calendario, al Bicentenario. A nuestra generación le tocó enfrentar el Bicentenario”.
Indicó que le tocó esta en Estados Unidos para la celebración de su Bicentenario en 1976, donde el Presidente no había sido elegido, al igual que en el Centenario de Chile, que, también “nos pilló con un presidente no electo. En ambos casos hubo dificultades para celebrar”. Manifestó, además que las grandes celebraciones han tenido claro oscuros, así por ejemplo, en 1989 para el Bicentenario de la Revolución Francesa, se hizo una celebración magnífica, pero su resultado fue que hubo más de 1000 publicaciones críticas de la revolución; otro fenómeno que opacó el festejo francés fue la caída del Muro de Berlín; en 1910 en el caso mexicano, el porfiriato, monta un show espectacular, y sin embargo, dos meses después comienza la revolución mexicana. Todos estos datos son relevantes e imprevisibles en el contexto de la celebración; en 1910 en Chile, también, sucedió algo similar pero no tan dramático. En efecto, el país se moderniza, aún no hay crisis, pero a raíz de la misma modernidad se genera una reflexión crítica “La Cuestión Social”, se evidencia una crisis, como lo expresaron los escritos de Francisco Antonio Encina, Valdés Cange, y en particular de Luis Emilio Recabarren y su manifiesto en que señala que “no hay nada que celebrar”.
Este, según el historiador es un fenómeno recurrente en estos festejos: la reflexión crítica. Tal fenómeno, incluso se dio en la primera generación de intelectuales del país que apareció en 1842 que hicieron una meditación bastante aguda, aunque, a la vez, fundan la reflexión historiográfica en Chile. Pero eso no se está dando en nuestra reflexión actual.
Luego, se explayó latamente sobre lo tremendamente complicado que es festejar estas efemérides, cuando se es gobierno. Enuncia que “le llama la atención de este Bicentenario es qué es tibio. No hay un consenso respecto de lo que hay que celebrar. No hay discusión, y lo que hubo que discutir ya se discutió a fines de los 90”. Señala que esa “fue la reflexión sobre la Transición, y la prolongación de la Dictadura en democracia. El cogobierno de la Concertación con la UDI y RN impidió mayor reflexión”; en segundo lugar, manifiesta que “el modelo neoliberal se fue perfeccionando con ribetes sociales y esto se ha mantenido. Y eso lleva a que el gobierno de Piñera sea más bien una continuidad de los anteriores que una diferencia con ellos”. A fines de los 90’ fue cuando se esbozó esta reflexión con libros como “Chile anatomía de un mito” o “El Chile Perplejo”. Esta discusión se paró, se ocultó, al interior de la Concertación entre autoflagelantes y autocomplacientes. Esta discusión, por razones de Estado y de la Transición, se paró y allí se cerró la posibilidad de construir un Chile distinto.
Manifestó, luego que, a eso le siguieron dos gobiernos de la Concertación liderados por figuras de izquierda, Lagos y Bachelet, que no estimularon el debate, por el contrario lo taparon y eso es la manifestación de que ese tipo de cuestión hoy no se puede repetir: “Este debate se produjo, pero se paró. Esto explica por qué este Bicentenario no tiene la connotación de debate público”.
El polémico historiador reitera que este foro, así como en Chile y en otras latitudes se está dando con ausencia de confrontación. Ha sido un Bicentenario tibio, y una de las razones que puede explicar esto es la crisis económica; baste repasar la holgura de recursos que produjo el V Centenario que, estimulado por España, generó debate y tuvo como consecuencia el resurgimiento de una conciencia étnica, que derivó dos años después en la crisis y el surgimiento de la Revolución Zapatista: “hoy es evidente que no hubo recursos para abrir ese debate: en el caso chileno, además hubo un terremoto. Si se estimula el debate puede ser que se generé desconfianza, y la tibieza, pueda transformarse en revuelta”. Por ello, repite que entiende que desde el gobierno se estimule “sólo a bailar a la cueca”.
El Bicentenario, hoy es, cueca, juerga, celebración”. Manifiesta que “hoy día mismo, por ejemplo, sale en un medio nacional un estudio de la FAO y de la Universidad de Chile sobre la cantidad de calorías que tiene una empanada. Francamente esto me huele sospechoso”. Esto evita, según él, hacerse preguntas más duras, por ejemplo, ¿cuánta libertad hay hoy en el país? Reitera que en el programa de Aldo Schiapacasse de anoche, lo censuraron por los dichos sobre el tema mapuche, y por decir que la Junta de gobierno de 1810 en su origen y desarrollo es bastante similar a nuestra transición: elitista y cerrada, y por hacer, la reivindicación del pueblo mapuche, y manifestar que eso pasa por cambiar la constitución. Eso se censuró, señaló Jocelyn-holt.
Manifiesta que estas celebraciones debieran estar a la altura de los personajes de la época, por ejemplo San Martín o el mismo O’higgins. Esta gente, se jugó la vida para que fuéramos independientes y en eso tuvieron éxito y también fracasos. Por ello, insiste en que “ la pregunta más seria en el Bicentenario es preguntarse por la libertad:¿Es posible abrir un debate público sobre la libertad?”, además, expresa que es clave preguntarse por nuestra relación de guerras con Perú, con las consecuencias que ello conlleva hasta hoy y sus dos grandes efectos, el republicanismo que fue de orden oligárquico, generó una muy buena institucionalidad, pero a la vez con concentración de poder y representación limitada que se rompió a mediados de los sesenta; el otro efecto, es el Estado Nación, que es fundamental. Se necesitaron dos guerras más para crear el sentido nación. Pero a la vez, en su disertación, expresó que “¿En un mundo actual, qué tanta autonomía puede haber en un mundo globalizado? Vean los ministros de Hacienda, sean de la Concertación o de derecha estudiaron en Harvard. En ese contexto qué autonomía tiene hoy nuestro Estado? Este tipo de temas es lo que deberían debatirse hoy: los alcances de nuestra democracia, el problema, mapuche, el cambio de la constitución, autonomía territorial para regiones y el pueblo mapuche, etc., los medios no quieren abrir el debate y eso es lo que me llama profundamente la atención en la celebración de este Bicentenario”, concluyó el Doctor en Historia por la Universidad de Harvard.
Alfredo Jocelyn-Holt: “En el contexto del Bicentenario lo que me llama profundamente la atención es que ni los medios de comunicación, ni el gobierno han querido abrir el debate sobre nuestro sistema político, la autonomía territorial mapuche y el cambio de Constitución.. Por eso se aviva la cueca, la farra, la discusión, estéril, sobre la cantidad de calorías que tiene una empanada y no el debate de fondo sobre nuestra nación”.
Se sintió cómodo en el liceo, ante una asamblea de más de 100 asistentes, entre los que se encontraban profesores, alumnos de pedagogía, y estudiantes secundarios. Fue presentado por el Director del Liceo María Luisa Bombal, Mauricio Aguerreverre, y por Edison Ortiz.
El historiador comenzó señalando que “muy pocas cosas duran en el país, como este liceo. Hay que rescatar la memoria que no es lo mismo que la historia. Aprovechando este espacio, el de un liceo centenario, es que hay que hacerle preguntas a la memoria, ya que allí surge la historia”. El historiador, manifestó luego que es por tal motivo “hay que hacerle preguntas al calendario, al Bicentenario. A nuestra generación le tocó enfrentar el Bicentenario”.
Indicó que le tocó esta en Estados Unidos para la celebración de su Bicentenario en 1976, donde el Presidente no había sido elegido, al igual que en el Centenario de Chile, que, también “nos pilló con un presidente no electo. En ambos casos hubo dificultades para celebrar”. Manifestó, además que las grandes celebraciones han tenido claro oscuros, así por ejemplo, en 1989 para el Bicentenario de la Revolución Francesa, se hizo una celebración magnífica, pero su resultado fue que hubo más de 1000 publicaciones críticas de la revolución; otro fenómeno que opacó el festejo francés fue la caída del Muro de Berlín; en 1910 en el caso mexicano, el porfiriato, monta un show espectacular, y sin embargo, dos meses después comienza la revolución mexicana. Todos estos datos son relevantes e imprevisibles en el contexto de la celebración; en 1910 en Chile, también, sucedió algo similar pero no tan dramático. En efecto, el país se moderniza, aún no hay crisis, pero a raíz de la misma modernidad se genera una reflexión crítica “La Cuestión Social”, se evidencia una crisis, como lo expresaron los escritos de Francisco Antonio Encina, Valdés Cange, y en particular de Luis Emilio Recabarren y su manifiesto en que señala que “no hay nada que celebrar”.
Este, según el historiador es un fenómeno recurrente en estos festejos: la reflexión crítica. Tal fenómeno, incluso se dio en la primera generación de intelectuales del país que apareció en 1842 que hicieron una meditación bastante aguda, aunque, a la vez, fundan la reflexión historiográfica en Chile. Pero eso no se está dando en nuestra reflexión actual.
Luego, se explayó latamente sobre lo tremendamente complicado que es festejar estas efemérides, cuando se es gobierno. Enuncia que “le llama la atención de este Bicentenario es qué es tibio. No hay un consenso respecto de lo que hay que celebrar. No hay discusión, y lo que hubo que discutir ya se discutió a fines de los 90”. Señala que esa “fue la reflexión sobre la Transición, y la prolongación de la Dictadura en democracia. El cogobierno de la Concertación con la UDI y RN impidió mayor reflexión”; en segundo lugar, manifiesta que “el modelo neoliberal se fue perfeccionando con ribetes sociales y esto se ha mantenido. Y eso lleva a que el gobierno de Piñera sea más bien una continuidad de los anteriores que una diferencia con ellos”. A fines de los 90’ fue cuando se esbozó esta reflexión con libros como “Chile anatomía de un mito” o “El Chile Perplejo”. Esta discusión se paró, se ocultó, al interior de la Concertación entre autoflagelantes y autocomplacientes. Esta discusión, por razones de Estado y de la Transición, se paró y allí se cerró la posibilidad de construir un Chile distinto.
Manifestó, luego que, a eso le siguieron dos gobiernos de la Concertación liderados por figuras de izquierda, Lagos y Bachelet, que no estimularon el debate, por el contrario lo taparon y eso es la manifestación de que ese tipo de cuestión hoy no se puede repetir: “Este debate se produjo, pero se paró. Esto explica por qué este Bicentenario no tiene la connotación de debate público”.
El polémico historiador reitera que este foro, así como en Chile y en otras latitudes se está dando con ausencia de confrontación. Ha sido un Bicentenario tibio, y una de las razones que puede explicar esto es la crisis económica; baste repasar la holgura de recursos que produjo el V Centenario que, estimulado por España, generó debate y tuvo como consecuencia el resurgimiento de una conciencia étnica, que derivó dos años después en la crisis y el surgimiento de la Revolución Zapatista: “hoy es evidente que no hubo recursos para abrir ese debate: en el caso chileno, además hubo un terremoto. Si se estimula el debate puede ser que se generé desconfianza, y la tibieza, pueda transformarse en revuelta”. Por ello, repite que entiende que desde el gobierno se estimule “sólo a bailar a la cueca”.
El Bicentenario, hoy es, cueca, juerga, celebración”. Manifiesta que “hoy día mismo, por ejemplo, sale en un medio nacional un estudio de la FAO y de la Universidad de Chile sobre la cantidad de calorías que tiene una empanada. Francamente esto me huele sospechoso”. Esto evita, según él, hacerse preguntas más duras, por ejemplo, ¿cuánta libertad hay hoy en el país? Reitera que en el programa de Aldo Schiapacasse de anoche, lo censuraron por los dichos sobre el tema mapuche, y por decir que la Junta de gobierno de 1810 en su origen y desarrollo es bastante similar a nuestra transición: elitista y cerrada, y por hacer, la reivindicación del pueblo mapuche, y manifestar que eso pasa por cambiar la constitución. Eso se censuró, señaló Jocelyn-holt.
Manifiesta que estas celebraciones debieran estar a la altura de los personajes de la época, por ejemplo San Martín o el mismo O’higgins. Esta gente, se jugó la vida para que fuéramos independientes y en eso tuvieron éxito y también fracasos. Por ello, insiste en que “ la pregunta más seria en el Bicentenario es preguntarse por la libertad:¿Es posible abrir un debate público sobre la libertad?”, además, expresa que es clave preguntarse por nuestra relación de guerras con Perú, con las consecuencias que ello conlleva hasta hoy y sus dos grandes efectos, el republicanismo que fue de orden oligárquico, generó una muy buena institucionalidad, pero a la vez con concentración de poder y representación limitada que se rompió a mediados de los sesenta; el otro efecto, es el Estado Nación, que es fundamental. Se necesitaron dos guerras más para crear el sentido nación. Pero a la vez, en su disertación, expresó que “¿En un mundo actual, qué tanta autonomía puede haber en un mundo globalizado? Vean los ministros de Hacienda, sean de la Concertación o de derecha estudiaron en Harvard. En ese contexto qué autonomía tiene hoy nuestro Estado? Este tipo de temas es lo que deberían debatirse hoy: los alcances de nuestra democracia, el problema, mapuche, el cambio de la constitución, autonomía territorial para regiones y el pueblo mapuche, etc., los medios no quieren abrir el debate y eso es lo que me llama profundamente la atención en la celebración de este Bicentenario”, concluyó el Doctor en Historia por la Universidad de Harvard.
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